jueves, 17 de octubre de 2013

'Censura' torera


Andan los nacionalistas al borde de las lágrimas y con las vestiduras hechas jirones desde que el Ayuntamiento de Gijón decidiese suspender un concierto de Albert Pla. El motivo de la cancelación: unas declaraciones del cantautor catalán al diario asturiano LA NUEVA ESPAÑA en las que afirmaba sentir asco por ser español. Tiempo les ha faltado a algunos para enarbolar la bandera de la “libertad de expresión” y hablar de “censura”. Esas ideas que España rompió de tanto usarlas.

Lo cierto es que Albert Pla ha hecho uso de su libertad de expresión sin que se haya ejercido ninguna censura y sin que ello le haya acarreado más consecuencias que la suspensión de su concierto por parte del Ayuntamiento de Gijón, que es quien lo había contratado y por tanto está en su pleno derecho de cancelar la actuación. Faltaría más. España se ha acostumbrado de tal manera al insulto gratuito que lo raro y escandaloso es que reaccione. Como si lo normal fuese que un músico que va a dar un concierto en París lo haga al grito de que Francia le da asco. Ya no hablamos de Cataluña, donde por mucho menos se te encadenan delante de tu casa para exigir que no abras la boca nunca más. Nadie ha mandado callar a Albert Pla ni le ha prohibido actuar en ningún sitio. Nadie se va a quedar sin poder escuchar sus opiniones o canciones si así le place. Nadie ha eliminado ni retirado ni secuestrado ningún contenido ni expresión artística del músico catalán, que es lo que realmente implica la censura.

Lo gracioso, y es que la vida es una paradoja tras otra, es que casi a la vez en Cataluña se producía un caso de veto de una expresión artística por motivos exclusivamente ideológicos que ha pasado mucho más desapercibido. Ya se sabe que lo que se convierte en norma deja de ser escándalo y el hecho de que el Ayuntamiento de Barcelona haya descartado sin dar ninguna explicación convincente la imagen publicitaria del World Press Photo por contener la fotografía de un torero ya no parece sorprender a nadie. Hay que reconocer que la reacción de los partidos de la oposición del Ayuntamiento ha sido ejemplar e incluso el antitaurino ICV ha denunciado el atropello, pero la gravedad de vetar una expresión artística únicamente por razones políticas, sin que planee siquiera la menor sombra de otros aspectos susceptibles de interpretación, como la ofensa religiosa, la violencia o la posibilidad de herir la sensibilidad (hecho por el que se había descartado la foto ganadora para promocionar el certamen), debería haber provocado una reacción social que no se ha producido y hace saltar una vez más todas las alarmas, especialmente cuando se trata de una ciudad símbolo de la vanguardia y la creatividad como es Barcelona.

“Papa, jo vull ser torero” decía Albert Pla en su célebre canción sin sospechar seguramente que eso es algo que en Cataluña se acabaría prohibiendo como quien dice hasta en foto. A mí, que reconozco haber sentido siempre cierta admiración por él, me sorprende ese repentino giro político y, si bien puede manifestar lo que quiera, obviamente, creo que nunca está de más mostrar un mínimo respeto por el público y no perder de vista que es bastante probable que sean la democracia y la legislación españolas las únicas que lo puedan proteger si un día se le vuelven en contra el puritanismo, la mediocridad y el pensamiento único que está imponiendo el nacionalismo catalán. Porque de eso no está libre nadie. Ni siquiera los que ahora le son útiles como él.

9 comentarios:

  1. No sé si las declaraciones de Pla son un giro político. Hemos decidido que todo iconoclasta es un prodigio intelectual, y a lo mejor resulta que son unos ceporros con un talento especial. Las declaraciones de Pla son la hostia: «...que en Gijón se estudiara el catalán por cojones, igual que nos pasa a nosotros ahora». Es decir, reconoce que en Cataluña se enseña el catalán «por cojones». Que no sabe lo que ha dicho está claro, porque si no habría insistido en ese punto tras el veto. Y que es un provocador de medio pelo también está claro, porque si quiere levantar ampollas en España basta decir que ser catalán le da asco. Albert Pla está a años luz de Boadella.

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    1. Completamente de acuerdo. Si quisiera decir con ese "como nos pasa a nosotros ahora" refiriéndose a Wert, es decir, a la posibilidad de estudiar en castellano, más estupidez aún, porque a nadie lo obligan a estudiar en español "por cojones". Eso pasaba en el franquismo, no ahora. A veces, da la sensación de que se está continuamente hablando del franquismo y no de la España actual, tal vez porque es la única manera de denunciar abusos que en la actualidad no se producen. En cualquier caso, Pla de intelectual no tiene nada, aunque siempre me había causado fascinación sus formas tan alejadas de la media repipi y pobre de la cultura nacionalista oficial.

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    2. Ahí les has dado Vichyn: el problema de esta gente es que va contra una España que ya no existe y que dudo mucho incluso de que llegara a existir, más allá de la propaganda franquista. Ser español no significa ser torero, ni cabo chusquero de la policía armada, ni secretario general del Movimiento, ni participante de los coros y danzas. Ser español es simplemente ser ciudadano de pleno derecho de un estado democrático de la UE. Nada más. Y a partir de ahí lo que uno quiera ser. Desgraciadamente, para ser catalán hoy día, cada vez si parece más necesario ser casteller, inmersor lingüístico, animador de campamentos de la ANC o aireador de estaladas.
      Como decía Borges "olvidándome de que ya lo era, quise ser argentino"

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    3. Exacto: hablan de una españolidad mítica e imaginaria, totalmente opuesta a lo que hoy significa realmente ser español, cuando precisamente para ser catalán ya no basta la ciudadanía, sino cumplir un decálogo de normas e ideas (hay hasta un libro del inefable Toni Albà, 'Ser o no ser catalans' sobre ello). ¿Quién es aquí el primitivo y casposo?

      El objetivo último de esa deformación, no lo olvidemos, es la unificación en "un solo pueblo", para lo cual es necesaria la liquidación de cualquier rasgo cultural español en Cataluña. Y qué mejor manera de eliminar esos rasgos que ridiculizarlos y criminalizarlos.

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  2. Es como aquel chico malagueño que cuando era español se pateaba las madrugadas canallas del Madrid de la movida, con todos sus excesos sexuales y toxicómanos, hasta que cierto director manchego se enamoró de él y de su ambigüedad y empezó a sacarlo en su películas. Y ahora que es californiano, ha tenido que oscurecerse el pelo y la piel, llevar cadenitas de oro, gesticular como un napolitano, volverse padre de familia viril, machista y protector, y cofrade de la Virgen de la Esperanza... para que se note que es español. Lo mismo que le pasó al chico de Moratalaz que cantaba a las adolescentes que al irse a Miami se volvió flamenco, andaluz, gitano y caribeño, todo junto y a la vez...

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  3. A mí hubo un tiempo en que Albert Pla me parecía un cantautor interesante. En este programa de Antonio Escohotado uno ya duda de si Pla, y también Bebe, son tontos de remate o es que van de un palo que no pillo.

    http://www.youtube.com/watch?v=NkS_YL-Z76c

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  4. Como no sé de ninguna manifestación nacionalista de Pla, su exabrupto me ha parecido lo propio de un jipipunk que -al contrario de mucho alternativo de carné- vive en las chabolas del extrarradio de la farándula; y le gusta; y lo procura. Pretender, con semejante percal, que este tío celebre el día de la Hispanidad, comulgue por Pascua florida o llame a votar a un partido constitucionalista es de una ingenuidad hilarante.

    Sobre la postura de sus contratantes, estoy totalmente de acuerdo con lo dicho arriba. Los lagrimones habituales contra la censura no son más que balidos; un postureo ingenuista bastante habitual últimamente. 'Censura' si no te pagan la tontería sin rechistar (y con cargo al prespuesto), 'opresión' si no te dejan saltarte las leyes, 'tortura' si un policía te da un guantazo mientras rodeas el Congreso, 'genocidio' si el Gobierno pretende que sepas hablar español. El Humpty Dumpty de Carroll estaría encantado.

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  5. Jajaja, Merc. Paso directamente a enmarcar tu segundo párrafo. Bueno, y el primero, también.

    Me permito añadir que Pla, sin ser nacionalista, ha soltado con semejante alegría la conocida boutade porque contra España todo vale; no es solo una cuestión estética sino también política (aunque él no llevara esa intención, exacto), muy producto tanto de una pose intelectualoide determinada como de la erosión causada por el nacionalismo. Que diga por ejemplo que le da asco ser catalán, como apuntaba Bremaneur, y me creeré un poquito más su postura de bohemio de extrarradio. Y ojo, que está en su derecho de expresar lo que le venga en gana, pero si yo tengo una empresa y contrato a un señor que me llama hija de puta, pues lo echo, y andando.

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